lunes, 3 de diciembre de 2012

El loco salió a la mar

El loco que ha escapado de la prisión, se ha lamentado de haber sido así. Salir de la cárcel fue un alivio para su locura, pero nunca se dio cuenta que su propio cuerpo y alma se había acostumbrado a ella y desfalleció al verse reflejado en el agua pura, en el espejo, en su silueta, como si no fuese de él. Nunca se pudo sentir aliviando a ver que el cuerpo que sentía no se movía como hubiese querido luego viviendo en libertad. El mundo nunca lo recogió del oleaje y dejó que se lo llevase el mar impetuoso, junto a su cajón y su pertenencias que orilla arriba nadie hubiese extrañado. El Hombre se posó frente al horizonte de la mar y sintió que lo único consistente y que tenía a mano y lo reflotaba era su maleta vieja, vieja como su vida, pero a la vez tan nueva como la de un bebé.

Ríos y mares recorrió, pero ahí se quedó, con la sensación que el oleaje continuo sería su vida luego de la libertad.

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