jueves, 13 de noviembre de 2014

Viaje de Rodrigo al pantano.

Era un pequeño charco, insalubre, tendiente a la necesidad de su esencia a desaparecer. Pues sólo el pasar del tiempo hizo que el dueño no se preocupara por este foso que encarnaba más que el propio barro inmerso de contenido, un pequeño ente desconocido. Él primeramente sintió que no era necesario tal apremio de que no existiese más en su pantano, ya que nunca ingresaba a sus interiores y además lo pensaba clausurar en un futuro debido al mal tiempo que lo hizo pasar. 

Así, de esto modo pasaron semanas a la cual concretaron que dentro de aquella guarida un mal se encarnarse, purificándose y reconciliándose, con lo bueno que pudo ser pero que en realidad, dentro de su intención de maldad pura, no tuvo. Fue un poco bueno pero lo suficiente para retrotraerse y volver a maldad pura, sea como la sienta el individuo. 

Rodrigo, el individuo el cuestión, aquella maldad era la que le había quitado sus sueños de vivir libre con los sueños que tanto había anhelando y que varios había cumplido, como su familia, sus hijos y una vida alejada de tan compleja civilización como se lo había planteado cuando dejó su antiguo empleo de digitador en una gran empresa. Allí no recibia una mala paga, incluso lo habían ascendido varias veces, pero el trabajo sentia que no era para él y debía dar un paso al lado sincerando con el mundo su real esperanza de vida.

En genenal sentía que su esposa lo veía que se apagaba al pasar por su lado y sus hijos cada día los veía menos. En realidad pareciese que lo oculto estuviese tan oculto que estaba delante de sus ojos, que le rosaba su cara y estremecía sus tímpanos como una gran campanada. 

domingo, 9 de noviembre de 2014

Planteo I

Tiempo ha pasado y a veces es complicado darse cuenta de la dura realidad que hay que vivir. Que la realidad no es real, sino que una maraña de complejidades fuera del alcance de todo punto real.

Punto inalcanzable, pero que con el tiempo se estanca, se revitaliza como algo que sólo está y que vuelve a actualizarse, a desenvolverse, a clavarse en lo más profundo.

Serían hojas interminables que pronto vendrán, de la alegría que se puede tener cuando en realidad no la tienes.